Esposos Ortega asumen el gobierno en Nicaragua
Luis Manuel Galeano
Managua, Nicaragua / AP
a aplastante victoria de Daniel Ortega para iniciar su tercer mandato consecutivo le ponen en la antesala de convertirse en uno de los gobernantes más duraderos en la historia reciente de Nicaragua, y establecer un control familiar del país con su mujer Rosario Murillo como vicepresidenta.
El ex comandante guerrillero, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSNL), consiguió en las elecciones del domingo 6 de noviembre el 72,5% de los votos frente a un 15% de su más cercano contendiente de entre un grupo de cinco contrincantes casi desconocidos.
Sin embargo, los cinco años que tiene ahora por delante se avecinan complicados.
Por un lado, la parte más dura de la oposición, que instó al boicot electoral, asegura que los comicios fueron una farsa y rechaza las cifras oficiales de participación en las votaciones: el tribunal electoral la sitúa por encima del 65% por ciento, y ellos en menos del 30%.
Además, Nicaragua es el segundo país más pobre del hemisferio -después de Haití- y se enfrenta a serios retos derivados de un horizonte económico regional inseguro por la crisis de Venezuela, uno de sus principales benefactores.
A punto de cumplir 71 años, si Ortega completa su mandato de cinco años, estaría en el poder en torno al cuarto de siglo, incluidos los años de la junta de gobierno sandinista que siguieron el derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza en 1979 y su primera presidencia de 1985 al 1990.
Sus críticos aseguran que desde su regreso al poder en 2007 se ha aprovechado de las instituciones para conseguir fallos a su favor que primero le permitieron ser reelegido presidente; luego debilitaron y excluyeron a los verdaderos partidos opositores de la Asamblea y de la contienda electoral; hasta, finalmente, consolidar una dinastía de gobierno de la mano de su más fiel compañera, la ya vicepresidenta electa y sucesora inmediata ante cualquier percance del mandatario.
Y los cuestionamientos también llegan del exterior. Estados Unidos manifestó el lunes 7 en un comunicado su «profunda preocupación» por un proceso electoral que calificó de «defectuoso» y que «excluyó la posibilidad de unas elecciones libres y justas».
Pese a sus muchos detractores, Ortega y Murillo son una pareja con altos niveles de popularidad debido a la relativa estabilidad económica del país, los bajos índices de violencia comparados con otros puntos de Centroamérica y, sobre todo, gracias a los programas sociales que han impulsado.
Sin embargo, mantener ese estándar no será tan sencillo porque el gobernante no contará para su siguiente período con la cooperación de Venezuela, que entre el 2007 y 2014 le otorgaba alrededor de 500 millones de dólares anuales, entre petróleo e inversión extranjera directa. Ahora, la nación sudamericana ya no puede permitirse tales lujos, al estar sumida en una profunda crisis.
Diálogo nacional
El ex embajador y analista político Bosco Matamoros sostuvo que tras las elecciones debería iniciarse un «diálogo nacional» en el que se escuchen todas las partes.
Pero el diálogo, de momento es difícil.
«Nosotros mantenemos que lo que hubo fue una farsa electoral y que esos resultados no son apegados a la verdad», dijo Violeta Granera, miembro del opositor Frente Amplio por la Democracia. «Hubo gran abstención por medio de la cual la población envió un mensaje a Ortega».