El Papa canoniza al “cura gaucho”

CIUDAD DEL VATICANO
AP

l Papa Francisco canonizó el domingo 16 al «cura gaucho» de Argentina, un pastor que vestía un poncho, bebía mate y se dirigía en su mula Malacara a las periferias de la sociedad para predicar ante los pobres.

El pontífice declaró santo a José Gabriel del Rosario Brochero junto con otras seis personas en una de las últimas misas grandes de su Año de la Misericordia.

También fueron canonizados los sacerdotes italianos Lodovico Pavoni y Alfonso María Fusco, el mártir francés Salomone Leclercq, la monja francesa Elisabeth de la Trinidad, el obispo español Manuel González García y el niño mexicano José Sánchez del Río.

Nacido en 1849 en la provincia de Córdoba, Brochero fue uno de los católicos más famosos en la Argentina donde Francisco pasó su juventud. Falleció en 1914 tras vivir con lepra durante años, que se dice le contagió uno de sus feligreses.

«Él nunca se quedó en la oficina de la parroquia. Él se subía a su mula e iba a buscar gente como lo hacen los sacerdotes en las calles, incluso contraer lepra», escribió Francisco en una carta a los obispos de Argentina.

Ciudadanos argentinos viajaron a Roma para ver cómo Brochero era elevado a santo, incluido el presidente Mauricio Macri y su esposa.

Otro de los canonizados el domingo por el Papa Francisco es un niño de 14 años que fue mártir de la Guerra Cristera, el conflicto de finales de la década de 1920 que enfrentó a católicos alzados en armas a tropas gubernamentales laicas por restricciones a la libertad religiosa en México.

El pontífice declaró santo a José Sánchez del Río, quien nació en 1913 en Sahuayo, en el estado occidental de Michoacán. En 1926, cuando él tenía 13 años, la revolución Cristera estalló al ser decretada la suspensión del culto público.

Fue hecho prisionero en un enfrentamiento y luego fue torturado, pero ni los cortes que le hicieron en los pies ni los golpes que le dieron lograron que renunciara a sus creencias.

Al borde de la fosa donde lo enterrarían fue apuñalado mientras gritaba «¡Viva Cristo Rey!». Un disparó en la cabeza lo remató en el mismo pueblo que le vio nacer y donde se conservan algunas de sus reliquias.