Ecuador: médicos posponen boda para atender pacientes COVID

AP
Washington Hispanic:

Tenían todo listo para la boda, lo único que la pareja de médicos ecuatorianos no había previsto era una pandemia.

A mediados del año pasado David Vallejo y Mavelin Bonilla decidieron postergar su casamiento para atender a pacientes graves de coronavirus en el mismo hospital donde meses después uno de ellos estuvo a punto de perder la vida a causa del virus.

La pareja había fijado el matrimonio para el 23 de mayo de 2020, pero ese día ambos estaban de turno en el hospital IESS Quito Sur, dedicado a atender pacientes con COVID-19. Para no pasar por alto la ocasión publicaron en sus redes sociales una fotografía vestidos con trajes de seguridad y sosteniendo un cartel en el que se leía “Hoy era el día de nuestra boda, pero en su lugar…”, con la frase sin completar.

Ese día Mavelin estaba muy triste “porque realmente era como un sueño que, no sé si todas las niñas, pero al menos yo sí tenía el sueño de salir de mi casa de blanco, de estar casada con David. Era un anhelo”, dijo la médica de 26 años a The Associated Press.

La situación sanitaria de Ecuador era compleja, a diario llegaban a ese hospital cientos de pacientes, muchos de ellos muy graves, y el riesgo de contagio se multiplicaba exponencialmente.

Por esos días David, de 28 años, pasó a ser el más “antiguo” de los residentes y a su cargo quedaron los enfermos más graves mientras la lista de espera para las camas de cuidados intensivos crecía a un ritmo vertiginoso. Durante meses luchó para salvar vidas, algo que a menudo no pudo lograr.

“Fueron meses en que los pacientes fallecían bastante y fue duro. Llegaba a la casa llorando… me tocaba llamar a los familiares para informarles”, relató David a AP.

Casi todos sus compañeros médicos, jóvenes como ellos, se habían contagiado aunque ninguno había sufrido complicaciones. A mediados de enero les tocó a ellos: ambos presentaron síntomas como fiebre y malestares gástricos, pero mientras Mavelin se recuperó el estado de David se deterioró rápidamente.

David llegó al hospital y fue atendido por sus compañeros de trabajo que le informaron que sería intubado. “Nunca me sentí más asustado”, recordó.

En ese instante pidió un bolígrafo y en un recetario de los que tantas veces había usado escribió: “Soy el Doc David, tengo ganas fervientes de vivir la vida, cumplir mis sueños”, entre los que estaba el matrimonio con Mavelin, construir una familia juntos y viajar a España para estudiar una especialidad.

Sobre el final de la nota que escribió con esfuerzo, recomendó: “Mantén tu sepsia y antisepsia, lávate las manos” y agradeció el esfuerzo de sus colegas.

El 17 de enero fue sedado y terminaron sus recuerdos, pero empezó el calvario para Mavelin y las familias de ambos. A fines de enero uno de los médicos le informó a Mavelin que “David estaba muy mal y sólo tenía un 10% de probabilidades de sobrevivir”. El llanto fue incontenible.

David pasó el día de su cumpleaños, el 2 de febrero, inconsciente y en cuidados intensivos. Su novia y algunos de sus compañeros de hospital le compraron una pequeña torta y le cantaron el feliz cumpleaños con altavoces mientras tomados de las manos formaban un corazón afuera del hospital.

A los 17 días salió de la sedación pero poco después se infectó con una bacteria intrahospitalaria que nuevamente lo puso al borde de la muerte. Todo su proceso de internación duró 30 días, pero las secuelas continuaron durante bastante tiempo.

David quedó con parálisis facial por la posición en la que fue mantenido, sin fuerza en los músculos por estar tanto tiempo inmóvil, “ni siquiera podía mover la mano”, y la comunicación con su novia se limitaba a mínimos movimientos con sus ojos y pestañas.

“Tuve que aprender a hablar nuevamente con terapia, aprender a caminar, a hacer todas las cosas”, dijo el médico, que aún recibe terapia ocupacional.

“Yo pienso cómo se sintió Mavelin durante ese tiempo que yo estaba dormido. Cómo se sintieron mis padres. Y creo que lo peor es, sin querer, haberlos puesto en esa situación”, reflexionó con la voz quebrada y mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas.

Al final de una experiencia tan dura, la pareja decidió vivir intensamente y está a la espera de que el Registro Civil les dé una fecha para su ansiado casamiento a fines de junio.

No será una boda grande por las restricciones de la pandemia y por su obsesión por los cuidados, pero sí con la familia más cercana. A inicios de julio ambos partirán a España para estudiar una especialidad médica.

Desde el inicio de la pandemia se han registrado más de 439.300 contagiados y 21.061 fallecidos en Ecuador.

“Desde antes pensaba que siempre hay que valorar las cosas pequeñas, los pequeños momentos de compartir. Ahora mucho más… salir a caminar con ella de la mano es un gran momento para mí”, dijo David.