Amnistía Internacional: urge ayuda por contaminación en Perú

AP
Washington Hispanic

mnistía Internacional pidió el miércoles con urgencia al gobierno del presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski implementar un plan sanitario para atender los efectos de la contaminación por metales pesados de las únicas fuentes de agua que padecen pobladores peruanos de dos zonas indígenas de la Amazonía y los Andes.

El secretario general del organismo, Salil Shetty, dijo durante la presentación de un informe de investigación en Lima que Perú «está violando sus obligaciones tanto nacionales como internacionales cuando se trata del derecho a la ayuda de estas comunidades indígenas».

«Si no lo resuelven, no tienen voluntad, es momento de dejar de hablar y actuar», dijo Shetty.

El grupo dijo que Perú «no hace casi nada» contra la contaminación existente en las comunidades de Cuninico, en la selva noreste, y de otras seis comunidades quechuas que viven en las alturas de la provincia de Espinar, en la región de Cusco. «Es una vergüenza porque la historia de este país está ligada a los pueblos indígenas», dijo Shetty.

Amnistía Internacional realizó una investigación durante cuatro meses y solicitó que las zonas afectadas por la exposición a metales pesados tengan acceso a agua «suficiente, segura y aceptable» tanto para uso personal como para saneamiento y que se investiguen y publiquen los hallazgos de la contaminación en las fuentes de agua cercanas a Cuninico y Espinar.

The Associated Press pidió comentarios al Ministerio de Salud sin obtenerlos al momento.

En 2014 se produjo un derrame de más de 3.500 barriles de petróleo de un ducto de la petrolera estatal Petroperú en un punto ubicado cerca la comunidad de Cuninico, que tiene unos 600 habitantes que beben, cocinan, se bañan y comen pescados que viven en aguas del cercano río Marañón. Estudios estatales han hallado cadmio e hidrocarburos totales de petróleo por encima de los niveles permitidos por la ley.

En otro examen de sangre en Cuninico se halló a más del 50% de la población con mercurio por encima del rango de referencia.

Los pobladores de esta comunidad reportaron entre mayo y agosto a investigadores de Amnistía Internacional que tras el derrame de 2014 el agua que bebían de los ríos cambió de sabor. Además las mujeres han reportado calambres, cólicos estomacales, dolor en el vientre, ardor al orinar, alergias en la piel y abortos espontáneos.

Por otra parte, en la provincia de Espinar, los pobladores de seis comunidades quechuas —que viven en una zona de influencia minera durante un siglo y beben de manantiales— se quejan de constantes dolores de cabeza, huesos, estómago acompañado de diarrea, ardor en la vista, tos y ardor en la garganta y problemas urinarios y renales.

Melchora Surco, campesina de Espinar, dijo con lágrimas en los ojos: «desde 2013 no somos escuchados.

Fui a Estados Unidos a difundir todo esto, pero ni con eso los gobiernos nos han atendido. Vengo a difundir la verdad, no vengo a calumniar. Yo soy peruana, lentamente estoy muriéndome, tengo metales en mi cuerpo, soy como calavera andante».

Perú no ha determinado la causa de estas dolencias pero expertos médicos consultados por Amnistía han corroborado que estas afectaciones son posibles síntomas de exposición a metales pesados a través del agua o el alimento. Las mujeres dijeron al grupo que sus animales han ido muriendo sin explicación a lo largo de los años por beber agua de los manantiales.

Tras diversos estudios estatales entre 2012 y 2013 se determinó que la población de varias comunidades en Espinar está expuesta a metales pesados y que sus fuentes de agua también están contaminadas con mercurio y arsénico. También de 58 puntos de agua evaluados, 41 contenían un metal pesado u otra sustancia química por encima de los límites máximos permisibles.

«Lo que le ocurre a estas dos zonas de Perú son una pequeña ilustración de la realidad de los pueblos indígenas en el Perú», dijo el secretario general de Amnistía Internacional.