Rubén Darío y Francisco Gavidia: amistad poética

Por Grego Pineda*

 

Uno de los grandes escritores de El Salvador, Francisco Gavidia (1863-1955), ejerció influencia en la poética del célebre Félix Rubén García Sarmiento, más conocido como Rubén Darío (1867-1916), y este último influyó para que el primero intensificara la publicación de su propia obra.

 

Al respecto, el crítico literario venezolano Efraín Subero (1931-2007), en su artículo “Francisco Gavidia, el verdadero precursor del modernismo”, afirma sobre Gavidia: «A los 19 años está residenciado en El Salvador y ha consolidado su vocación de poeta. Para esa fecha -1882-, año que marca su encuentro con Darío –según propia confesión- ya pertenecía a un grupo literario llamado “Escuela de San Salvador”».

 

«Darío recuerda el encuentro en su Autobiografía: “Fue con Gavidia la primera vez que estuve en aquella tierra salvadoreña. Y ya antes lo ha definido como ‘uno de mis amigos principales’. Estimulado por la amistad de Darío, Gavidia intensificaría sus publicaciones. Tal vez en los periódicos literarios que surgen en El Salador durante las dos últimas décadas del XIX: ‘la Juventud’, ‘El Repertorio Salvadoreño’ (1891), en donde colaboraba Rubén Darío».

 

Por su parte, Max Henríquez Ureña (1886-1968), en su célebre libro “Breve historia del Modernismo”, señala: «Fue el salvadoreño Francisco Gavidia, asiduo lector de los poetas franceses contemporáneos, quien inició a Rubén Darío en el manejo del alejandrino con mayor libertad en los cortes y en el ritmo. Es verdad que sólo aspiró a imitar en castellano ciertos efectos y modalidades del alejandrino francés y que después fue Rubén Darío mucho más lejos; pero la traducción que hizo Gavidia de “Stella”, de Víctor Hugo, hacia 1884, fue el punto de partida de esas innovaciones.”».

 

«No sólo contribuyó Gavidia a dar a conocer las nuevas tendencias que se abrían paso en otras literaturas, sino que, además, reiteradamente, y de modo especial en su manifiesto literario de 1892 a la juventud de América, abogó por una renovación sustancial de la expresión poética: ‘El verso es el molde del lenguaje –decía-. La civilización no tiene modos adecuados de expresión: inventémoslos.’ Y así como contribuyó a renovar el alejandrino castellano, abogó también por la adaptación del exámetro latino a nuestro idioma, idea que llevaron a la práctica, entre otros, Rubén Darío y Guillermo Valencia. En su libro “Los aeronuatas” Gavidia se les había anticipado».

 

Asimismo, el escritor salvadoreño Ricardo Trigueros de León (1917-1965), en su artículo “Esbozos de escritores salvadoreños: Francisco Gavidia”, citando a Gavidia en visita efectuada a su casa de habitación, transcribe al maestro: «Rubén fue un gran poeta, desde niño. Yo le leí versos franceses, en francés y la traducción del poema Stella, de Víctor Hugo, y captó el ritmo inmediatamente. Luego escribió un poema en vibrantes alejandrinos: No le temas, oh hierba, que desconoce el prado. /Témele tú, robusto monocotiledón! / ¡Un alejandrino con cuatro palabras!”».

 

Y Para finalizar, Mario Vargas Llosa, en su Tesis universitaria presentada en 1958 en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos “Bases para una interpretación de Rubén Darío”, citando a Edelberto Torres, quien había escrito el libro “La dramática vida de Rubén Darío” en 1956, hace referencia a una anécdota de 1882, cuando Darío estaba de profesor en un colegio de San Salvador».

 

Dice Llosa que Darío: «Emprende la hazaña intelectual de narrar en verso la evolución de la poesía castellana siguiendo el ritmo de la evolución del vocabulario y de la forma como enseñanza objetiva de sus jóvenes alumnos del Instituto; el extenso poema se publica en “La Ilustración Centroamericana”; otras veces se dedica a hacer experimentos, reformas técnicas; incitado por Francisco Gavidia ‘se absorbe en el empeño de construir alejandrinos franceses con materiales castellanos».

 

Y en dicha tesis, haciendo mención de la Autobiografía de Rubén cita: «Darío ha revelado que conoció a [Víctor] Hugo por Francisco Gavidia, poeta centroamericano, mayor que él, quien habría lanzado la idea de adaptar a la poesía castellana el ritmo flexible y cambiante del alejandrino francés».

 

En conclusión, el vínculo de amistad entre ambos escritores, establecido en sus años mozos en la República de El Salvador, fue determinante para el crecimiento de ambos en sus habilidades creativas en la literatura en general y poética en particular a través de una influencia recíproca.

 

Pintura del maestro peruano Bruno Portuguez: “Retrato de Rubén Darío».

 

 

*Escritor.