Fotógrafo vagamundo y poeta visual: Alex Marchand

Grego Pineda

El arte define al artista cuando ha seguido su vocación y va con ella por allí, caminando, viviendo o sucumbiendo a la vida que es una manera de enamorarse, entregarse, pertenecer, fluir como el mar, irradiar energía como el sol, místico como la luna y misterioso como la noche. Me refiero al fotógrafo Alex Marchand, comunicador social graduado en Lima, Perú. Y con estudios de postgrado en fotoperiodismo en España.

 

Alex Marchand con desenfado dice: «Me considero un fotógrafo vagabundo que aspira ser un poeta visual. Si no hay poesía en la imagen, tampoco hay registro. Porque para mí, la poesía es vida, es interactuar, es retroalimentar, es sentir, fracasar, caer, llorar, levantarte y mirar arriba y seguir el camino, seguir haciendo fotos. Así percibo y veo la fotografía».

 

No es antojadiza su concepción de trotamundos, pues convergen en él tres nacionalidades: peruana, española y ecuatoriana. Y esas vertientes lo han llenado de afectos e influencias familiares que desde siempre lo estimularon a viajar y empoderarse de la herencia histórica con la cual nació. El movimiento es su esencia. Y la captura del instante es su desafío, pero a la vez su realización.

 

«Soy un fotógrafo que observo el mundo   ̶  confiesa Alex  ̶   pero no me siento parte del mismo, emocionalmente hablando, porque es un mundo violento, violentiza a las personas, las convierte en competidoras y la carga de agresividad que eso implica. Y yo he venido a vivir, amar y no a competir. Entiendo la vagabundez como un ejercicio espiritual, para encontrarme con aquel futuro que sin duda va a ejercer un nexo vibracional entre mis deseos y aquello de lo que desconozco, la vida en sí. Con mis fotografías yo le doy encuentro a la vida».

 

Con sus fotos, Marchand construye su mundo. El mundo que nos ofrece: de libertad, sin violencia, de camino sin partida ni llegada, sin propiedad privada para no privarse de nada ni ser privado de todo. Busca registrar cómo percibe la vida. Hay urgencia de testimoniar como se siente en relación al entorno, al instante, explicarse su derrotero en la medida que capta al otro o lo otro. Busca o crea el equilibrio espiritual en lo que capta y lo que fija y perenniza. Ya dije que el movimiento es su esencia y por eso su ansiedad de detener y detenerse para saber hacia dónde va o de donde viene.

 

Intima Alex: «La fotografía fue un renacimiento para mí. Entre los 17 y 20 años caminaba en Lima, mi ciudad. La percibía violenta. Era una ciudad purgatorio, donde las almas pululaban, en una centro de Lima muy antiguo. De casas coloniales derruidas, de gentes muy ambiguas, espacios gastados, tiempos trastocados, personas bizarras, Jirón de la Unión tan discurrido, tan entusiasmado de luces de neón, de gente que sale a ganarse la vida, de ambulantes, alternando con locos, esa Lima registré cuando tenía esa edad».

 

Marchand ha disparado su cámara en tantos lugares que no podría mencionarlos, pero sí vale la pena reflexionar que la migración, en todo caso, es una mochila pesada cuando no se está en el hogar, que al final de cuentas es donde uno tiene afincado los primeros recuerdos. «Luego me fui a Europa y dejé de hacer fotos un tiempo y observé mucho mi entorno y poco a poco me fui adaptando. Y cuando me sentí integrado, comencé a fotografiar, a registrar emociones. Yo ya era ciudadano español, pero aprendes a reconocer la marginalidad en que vives, pues la sociedad tiene segmentado a los migrantes».

 

Alex Marchand, también concibe el arte como activismo político, como instrumento de denuncia: «Cubrí las marchas en España, donde pedían igualdad, me sentía parte de ellos, aunque ya tenía la nacionalidad, pero igual era inmigrante. Esa lucha de buscar la igualdad jurídica la he vivido y me he sentido a gusto. Por eso digo que la foto es un viaje emocional. Mi filosofía es que la vida me presenta situaciones y que hay que registrarla, pues si no mi vida va a pasar, pero si hago una foto registro el momento importante, ese acontecimiento. Yo para tomar fotos tengo que involucrarme».

 

 

Alex Eduardo Marchand participó en una exposición colectiva en Barcelona en la Galería La Flor de Mayo. Y ha ganado el premio Accésit del Concurso fotográfico “Madrid insospechado: Escenas latinoamericanas”, organizado por la Fundación Canal y PhotoEspaña 2015. Su portafolio, compartido en su cuenta de Instagram

@marchand_alex, muestran los temas que atraen su atención y los caminos recorridos. Las imágenes atestiguan las calles, edificaciones, rostros, grupos y momentos que llenaron su vida o que quizá la vaciaron. La imagen habla, pero a veces esconde.

Le pregunté a Alex si sus fotos necesitaban explicación o solo mostrarlas. Una buena fotografía, me respondió, no necesita explicación. A menos que se le quiera dar un contexto histórico. Y si es un conjunto, también ha menester una narrativa. Propongo, dijo, una estética de la sensibilidad. Que las personas al mirar mis fotos se reflejen en ellas, que sea un viaje emocional, afectivo, afectuoso con el futuro en la medida que se fusiona con el pasado.