El museo nacional de historia afro-americana es esencial

Estoy en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana (NMAAHC) del Instituto Smithsonian, específicamente en busca de artefactos que hablen sobre el viaje afroamericano a través de la historia estadounidense, pero pienso que a lo mejor estoy siendo demasiado literal.

En realidad, todo el museo está dedicado al viaje. Su misión es documentar «El viaje de un pueblo», una travesía estadounidense que tiene lugar a través de los océanos, la tierra y el tiempo; un viaje que, a veces, es desgarrador y traumático, y otras alegre y victorioso.

«Lo que queríamos era crear un museo que tuviera una cierta tensión, una tensión entre momentos en que uno sopesa el dolor de la esclavitud y la segregación y una ciudadanía de segunda clase, pero también donde se puede encontrar alegría» señala Lonnie Bunch, Director del NMAAHC, a nuestro grupo reunido para una visita privada al museo.

Bunch y su personal de 200 personas han logrado esto y mucho más con la exhibición de casi 3000 objetos, 12 exposiciones, 13 presentaciones interactivas y 183 videos albergados en los cinco pisos de sus impresionantes casi 8000 metros cuadrados de superficie.

ero es la exposición «The Power of Place» (el poder del lugar) la que me resulta más difícil abandonar. Como viajero, la sensación del lugar siempre está en mi mente. ¿Este lugar se siente como un hogar? ¿Dónde vamos ahora? Siento una conexión al mirar una foto del escritor nómade James Baldwin y leer sobre su necesidad de encontrar un lugar de silencio y privacidad.

Su pasaporte con numerosos sellos está aquí en el museo, como prueba de su constante búsqueda.

La exposición sigue los movimientos nómades de otros afroamericanos a través del país hacia los lugares donde se asentaron y prosperaron, en su viaje al oeste para construir ciudades enteras en lugares como Indiana, Ohio y Wisconsin, y al crear sus propios moteles y centros vacacionales en lugares como Oak Bluffs en Martha’s Vineyard (Massachusetts), Barron’s Landing en Spokane (Washington) y Highland Beach en Annapolis (Maryland).

Las guías de viaje especializadas pueden haberles llevado a alguno de esos refugios recreativos seguros, como la guía Green Book con sus listas de estaciones de gasolina, pensiones y restaurantes que daban la bienvenida a afroamericanos, y otra guía con el eslogan «Vacaciones y recreación sin humillación». Ambas están incluidas en la colección.

Había oído acerca de estos destinos, e incluso visité algunos, pero verlos representados en un lugar especial en la explanada National Mall los pone en un contexto nuevo y diferente. Me obliga a pensar en cuán libremente me muevo por el mundo. Esos lugares eran refugios seguros en la época de Jim Crow cuando las barreras se mantenían firmes y se negaba el acceso. Ahora se les rinde homenaje.

La piedra angular del museo, un vagón de tren segregado en las Galerías de historia (History Galleries) que fue colocado en el terreno antes de que el museo se construyera a su alrededor, es la representación física de esas barreras al acceso.

«Una gran parte de la importancia de este museo es ser capaz de contar historias que durarán por generaciones», dice Michèle Gates Moresi, curadora de las colecciones del museo. «En los Estados Unidos ya no tenemos segregación –aunque todavía debemos enfrentar situaciones muy difíciles– pero tener baños separados, comedores separados y vagones separados donde estás separado y te dicen que no perteneces ahí, eso ya no existe. Tenemos que ayudar a la gente a recordar que algo tan mundano como un viaje en tren puede evocar esa época, y tener esto físicamente aquí lo hace posible.

Al final, el vagón también es la representación perfecta de cómo las cosas terminan en el museo en beneficio de la posteridad nacional.

«Inicialmente miramos coches Pullman y buscábamos un coche cama porque pensábamos que así podríamos hablar sobre los porteros de los coches cama en particular», explica Moresi. Pero la oferta de Pete Claussen, fundador de Gulf & Oil Railway y colaborador desde hace mucho tiempo del Instituto Smithsoniano, era demasiado buena para ignorarla.

«Él tenía este vagón y pensamos: ‘Vaya, ¿quién lo pensaría?’», cuenta Moresi. «Pensaba que sería interesante porque era un vagón segregado. Así que Lonnie y yo fuimos al museo ferroviario Tennessee Valley Railway Museum donde estaba guardado… se encontraba algo oxidado en ese momento».

En un marcado contraste con el vagón segregado, cuatro pisos más arriba en la exposición “Musical Crossroads» se encuentra el Cadillac descapotable rojo brillante de Chuck Berry; un símbolo de lo que significa sentirse libre en la carretera «sin un lugar particular adonde ir».

Esa es la alegría de la que Bunch hablaba antes. A pasos del automóvil está la nave espacial que aparecía en los conciertos de la banda de funk futurista Parliament-Funkadelic, con aspecto de estar lista para despegar. Es esta mezcla de cultura pop e historia lo que el museo pretende lograr, contar toda la historia y llevarla al futuro.

«En muchos sentidos, la historia y la cultura afroamericana son la quinta esencia de la historia estadounidense», señala Bunch. «Este museo nos indica un futuro en el que estaremos más libres de discriminación, y más libres de las preocupaciones políticas que limitan a la gente».

Este viaje de siglos hasta la fundación de un museo dedicado a esta historia afroamericana también tiene que ser incluido en la narrativa. Moresi está orgullosa de haberla contado.

Estoy en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana (NMAAHC) del Instituto Smithsonian, específicamente en busca de artefactos que hablen sobre el viaje afroamericano a través de la historia estadounidense, pero pienso que a lo mejor estoy siendo demasiado literal.

En realidad, todo el museo está dedicado al viaje. Su misión es documentar «El viaje de un pueblo», una travesía estadounidense que tiene lugar a través de los océanos, la tierra y el tiempo; un viaje que, a veces, es desgarrador y traumático, y otras alegre y victorioso.

«Lo que queríamos era crear un museo que tuviera una cierta tensión, una tensión entre momentos en que uno sopesa el dolor de la esclavitud y la segregación y una ciudadanía de segunda clase, pero también donde se puede encontrar alegría» señala Lonnie Bunch, Director del NMAAHC, a nuestro grupo reunido para una visita privada al museo.

Bunch y su personal de 200 personas han logrado esto y mucho más con la exhibición de casi 3000 objetos, 12 exposiciones, 13 presentaciones interactivas y 183 videos albergados en los cinco pisos de sus impresionantes casi 8000 metros cuadrados de superficie.

ero es la exposición «The Power of Place» (el poder del lugar) la que me resulta más difícil abandonar. Como viajero, la sensación del lugar siempre está en mi mente. ¿Este lugar se siente como un hogar? ¿Dónde vamos ahora? Siento una conexión al mirar una foto del escritor nómade James Baldwin y leer sobre su necesidad de encontrar un lugar de silencio y privacidad.

Su pasaporte con numerosos sellos está aquí en el museo, como prueba de su constante búsqueda.

La exposición sigue los movimientos nómades de otros afroamericanos a través del país hacia los lugares donde se asentaron y prosperaron, en su viaje al oeste para construir ciudades enteras en lugares como Indiana, Ohio y Wisconsin, y al crear sus propios moteles y centros vacacionales en lugares como Oak Bluffs en Martha’s Vineyard (Massachusetts), Barron’s Landing en Spokane (Washington) y Highland Beach en Annapolis (Maryland).

Las guías de viaje especializadas pueden haberles llevado a alguno de esos refugios recreativos seguros, como la guía Green Book con sus listas de estaciones de gasolina, pensiones y restaurantes que daban la bienvenida a afroamericanos, y otra guía con el eslogan «Vacaciones y recreación sin humillación». Ambas están incluidas en la colección.

Había oído acerca de estos destinos, e incluso visité algunos, pero verlos representados en un lugar especial en la explanada National Mall los pone en un contexto nuevo y diferente. Me obliga a pensar en cuán libremente me muevo por el mundo. Esos lugares eran refugios seguros en la época de Jim Crow cuando las barreras se mantenían firmes y se negaba el acceso. Ahora se les rinde homenaje.

La piedra angular del museo, un vagón de tren segregado en las Galerías de historia (History Galleries) que fue colocado en el terreno antes de que el museo se construyera a su alrededor, es la representación física de esas barreras al acceso.

«Una gran parte de la importancia de este museo es ser capaz de contar historias que durarán por generaciones», dice Michèle Gates Moresi, curadora de las colecciones del museo. «En los Estados Unidos ya no tenemos segregación –aunque todavía debemos enfrentar situaciones muy difíciles– pero tener baños separados, comedores separados y vagones separados donde estás separado y te dicen que no perteneces ahí, eso ya no existe. Tenemos que ayudar a la gente a recordar que algo tan mundano como un viaje en tren puede evocar esa época, y tener esto físicamente aquí lo hace posible.

Al final, el vagón también es la representación perfecta de cómo las cosas terminan en el museo en beneficio de la posteridad nacional.

«Inicialmente miramos coches Pullman y buscábamos un coche cama porque pensábamos que así podríamos hablar sobre los porteros de los coches cama en particular», explica Moresi. Pero la oferta de Pete Claussen, fundador de Gulf & Oil Railway y colaborador desde hace mucho tiempo del Instituto Smithsoniano, era demasiado buena para ignorarla.

«Él tenía este vagón y pensamos: ‘Vaya, ¿quién lo pensaría?’», cuenta Moresi. «Pensaba que sería interesante porque era un vagón segregado. Así que Lonnie y yo fuimos al museo ferroviario Tennessee Valley Railway Museum donde estaba guardado… se encontraba algo oxidado en ese momento».

En un marcado contraste con el vagón segregado, cuatro pisos más arriba en la exposición “Musical Crossroads» se encuentra el Cadillac descapotable rojo brillante de Chuck Berry; un símbolo de lo que significa sentirse libre en la carretera «sin un lugar particular adonde ir».

Esa es la alegría de la que Bunch hablaba antes. A pasos del automóvil está la nave espacial que aparecía en los conciertos de la banda de funk futurista Parliament-Funkadelic, con aspecto de estar lista para despegar. Es esta mezcla de cultura pop e historia lo que el museo pretende lograr, contar toda la historia y llevarla al futuro.

«En muchos sentidos, la historia y la cultura afroamericana son la quinta esencia de la historia estadounidense», señala Bunch. «Este museo nos indica un futuro en el que estaremos más libres de discriminación, y más libres de las preocupaciones políticas que limitan a la gente».

Este viaje de siglos hasta la fundación de un museo dedicado a esta historia afroamericana también tiene que ser incluido en la narrativa. Moresi está orgullosa de haberla contado.