Destino, Arte y Pandemia 2020

Grego Pineda
Washington Hispanic

DESTINO. Cada persona decide seguir las señales de su destino.



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La vida, desde un inicio, inocula al nuevo ser con ingredientes suficientes para que él o ella haga de su existencia lo que su intuición e inclinación le indique.

Sin embargo, como todos sabemos, la opinión e intermediación de los padres es importante en las dos primeras décadas. Y como obedientes hijos o hijas, guiamos nuestras decisiones momentáneas con la influencia de los seres a quienes amamos y debemos el Ser.

Esta sumisión de amor nos presenta, muchas veces, una disyuntiva, entre ser lo que quieren otros que seamos o lo que uno siente [¿piensa?] que debe ser.

Esta dicotomía se manifiesta, mayormente, entre las personas que tienen el llamado del arte: literatura, música, pintura, escultura, fotografía, danza, etc.

Y seguir el camino que otros indican desemboca, inevitablemente, en un vacío existencial. Y tarde o temprano, terminamos andando el camino que siempre, desde un primer momento, debimos seguir por mandato de nuestra vocación artística.

También se aplica esta apreciación a la vocación profesional, pero, ¡claro está!, son dos dimensiones diferentes: seguir su vocación profesional y acudir al llamado de las artes.

Cada uno elige la profesión que desea, pero en el arte son las musas quienes escogen a quien será su interlocutor o interlocutora, intermediario(a) o exponente. Parafraseando a Mateo 22:14 digo: en el arte, muchos son los llamados y pocos los escogidos.

ARTE. En pintura tenemos a Vincent Van Gogh, que en sus inicios se hizo religioso como su padre, pero la atracción de los colores fue tan fuerte que terminó pintando lo que ya todos conocemos y es muy recomendable leer, entre otros, el libro Cartas a Theo, donde conoceremos las inquietudes estéticas y angustias existenciales que vivió durante su camino de realizarse como pintor.

Hoy sus pinturas valen millones de dólares, pero en su vida apenas logró vender un par de ellas a precios simbólicos. Pero eso no importaba porque él se sentía realizado, su existencia había tenido un sentido.

En literatura está Ernesto Sábato, quien, siendo un científico consagrado, dejó ese camino y decidió seguir su vocación literaria y gracias a su decisión tenemos las trascendentes novelas: El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddon el exterminador.

También el gran Frank Kafka, que fue abogado para congraciarse con su padre y cuyo drama humano lo podemos conocer en su libro Carta al Padre.

Sin embargo, es conocido por su novela La metamorfosis, pero los invito a buscar: El proceso y El castillo, que su lectura es una experiencia de vida.

Y por falta de espacio no les puedo decir mas sobre muchos otros y otras que atados a vínculos afectivos no atendieron el llamado del arte pero que tarde o temprano terminaron arrastrados por esa poderosa pulsación, que exige atención sin reservas, celosa de su pulcritud y trascendencia.

En la zona metropolitana de Washington DC, el pintor Nicolas Shi, salvadoreño-estadounidense, decidió seguir la voluntad de sus padres quienes lejos de alegrarse y alentar al incipiente pintor, optaron por persuadirlo a que «de verdad» aprendiera algo útil y de provecho.

Shi se graduó de Arquitecto. No obstante, Nicolás sentía un impulso vital que lo llevaba a explicarse su existencia y su razón de vivir a través del color, la luz y la perspectiva mil veces ensayada en bocetos que fueron expuestos en la mañana de su vida a sus queridos padres.

Sabemos a través de múltiples noticias y artículos en revistas culturales y en periódicos de diferentes países que Shi tomó la decisión de abandonar el ejercicio de su profesión y dedicarse a la Pintura.

En literatura el peruano-estadounidense Alfredo M. Del Arroyo, quien en una entrevista dijo: «Estando en Perú, tuve una vida relativamente feliz. Quizá el momento de angustia fue cuando mis padres no querían que yo estudiara literatura. Yo tenía 17. Había terminado el colegio […]» Y Del Arroyo estudió una profesión, pero finalmente decidió seguir el llamado de la literatura y ha escrito dos buenos libros de cuentos.

También ha manifestado que esta escribiendo su primera novela, la cual será tan buena como su obra publicada.

Los personajes mencionados son y serán recordados por su decisión de seguir su vocación del arte, no por sus profesiones ni por sus bienes materiales, sino por su legado artístico. Ellos mejoran y embellecen la Humanidad con sus obras.

PANDEMIA. El año 2020 y el que ya viene -de estreno- 2021, además de los temores que produce, también nos da la oportunidad de reinventarnos, de desatarnos, de romper esas cárceles personales que nos impusieron y que hemos cargado por muchos años.
Todo está cambiando, la virtualidad, es decir, la relatividad, esta sustituyendo la realidad, la vida diaria se «vive» a través de una pantalla y en general nos abstraemos de alternar y contactar con los congéneres. Entonces, es hora de hacer lo que siempre quisimos hacer: escribir poemas, cuentos, novelas, pintar en cuanta modalidad se antoje, filosofar sobre lo pensado o iniciar con los pandémicos tiempos, cantar a la novia virtual o esposa real, tocar instrumentos reales o en programas de computación.