Bessy Blanco, vida y legado

AP
Washington Hispanic

El jueves 22 de este mes, la zona metropolitana de Washington DC, despertó sin la activista social, poeta y abogada salvadoreña Bessy Blanco, y es imperioso explicar por qué merece ser noticia y tema de mi columna cultural. La muerte no sorprendió a Bessy: la esperaba. Había dado la batalla contra el cáncer, con responsabilidad y dentro del sistema de salud estadounidense. Pero en un punto de su existencia supo que sus días, literalmente, estaban contados. Lejos de entrar en pánico, ella entró en amor, es decir, vació su aliento de vida en ayudar a otros, en prodigar su sonrisa, en seguir siendo tan solidaria y entusiasta como siempre. Compartió el valioso tiempo con su más sagrado tesoro, su hija, y decidió asumir su realidad, sin quejas, con entereza, con la dignidad que la distinguía. Este es su legado de valor, entereza y compromiso.

El periodista y documentalista Tomas Guevara, comparte que “Bessy era una mujer muy consecuente con sus ideas y en especial en la defensa de las causas que consideraba justas, sobre todo muy combativa contra la violencia doméstica en todas sus modalidades, y en especial en la defensa de sus congéneres. En el plano personal muy sincera, y sobre todo receptiva a escuchar las opiniones adversas, aunque no tuviera el mismo punto de vista, persona inteligente, amigable y con mucha fe y don de dar a los demás. Deja un vacío irreparable. Una pena que el contexto en el que se ha ido no ha permitido despedirla como se lo hubiera merecido, con las palabras de afecto de tanta gente que la estimaba mucho por sus acciones y obras en su vida aquí en el área [Washington DC, Maryland y Virginia].”

En su faceta de poeta y amante del arte, Bessy Blanco fue parte del Colectivo Literario Alta Hora de la Noche, y en la última tertulia, antes del distanciamiento social impuesto por la pandemia, declamó con una profundidad y dulzura infinita los versos del grande poeta mexicano Amado Nervo: “Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida […] ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!” y su rostro se iluminó con la serenidad del cielo. En su pausada lectura se advertía el estallido de luz de alguien que ha asimilado que su momento trascendente ha llegado. La recuerda el poeta Carlos Parada: “Bessy era un manantial de amor que se derramaba con generosidad. Era perspicaz y sabía interpretar situaciones y emociones de manera clara y comunicarlas de tal forma que engendraba confianza. Uno quería estar cerca de Bessy y sentir esa energía, esa ternura perceptible desde su sonrisa.”

Estamos muy de acuerdo en lo que afirma el estimado periodista Ramon Jiménez: “Duele tanto perder a una amiga como lo fue Bessy Blanco. Una mujer siempre dispuesta a servir a sus semejantes por medio de su profesión o a compartir sus conocimientos literarios, ya que se mantuvo activa en ese campo hasta los últimos días de su vida. Es difícil encontrar a otra amiga tan sincera y de una sonrisa a flor de labios, quien siempre trató a sus amistades con mucho respeto.” Y sobre nuestra Bessy, el reconocido promotor cultural y poeta Vladimir Monge, dice: “Será recordada por su actitud y compromiso con la diáspora salvadoreña. Siempre apoyó las iniciativas culturales, la lucha social y el trabajo voluntario en beneficio de la comunidad desde una perspectiva personal de amistad y respeto.”

Y finalmente, el canta-autor y educador Carlos Rubén Ramírez, interrogado sobre sus recuerdos de Bessy Blanco, con recogimiento comparte: “Encontré siempre en ella una sonrisa, un saludo fraterno, un hola desde ayer hasta hoy y hasta mañana; no cambies nunca y canta -decía- siempre canta, porque tu voz endulza la noche, porque entibia lo que el invierno enfría. Vamos a hacer poesía, vamos a cantar lo que otros no se atreven y si nos ven llorar que sepan que de gozo…también se llora.” Y yo tengo la certeza absoluta que Bessy dijo eso, porque ella llevaba sonrisa donde había llanto, esperanza donde había desolación, combate social donde había claudicación, poesía donde había verdad y también una dosificada verdad donde había poesía. Su vida fue y es ahora, ¡por favor!, una poesía, que todos debemos leer y, también, entender. Adiós Bessy Blanco, llevaste en tu vida la bandera del conocimiento y educación que tus padres levantaron y te entregaron. Contribuiste en mejorar el mundo que te tocó y tu ejemplo es una inspiración y compromiso de hacer algo por mejorarlo. Eres grande Bessy y por eso no te irás de nuestros corazones.

Con mucho orgullo comparto en esta publicación, el poema que Bessy Blanco escribió, alegórico al Cáncer de Seno. Es un poema profundo, reflexivo, lúdico, erótico, representativo de su momento previo antes de entregarse a la eternidad.

TETA, CHICHE MIA

Por Bessy Blanco

Dolida y maltrecha llegaste al quirófano
Pero con el pezón erguido de haber cumplido
Orgullosa de tus hazañas y aventuras
De bocas dejando huellas en tu figura

Pecado y deshonra sería contar tus historias,
Secretos guardados entre tú y tu gemela viva
Confundida y triste en ese hospital frio
De tu inseparable hermana te despedías.

Ráfagas de quimioterapias te tumbaron
Mutilada tal vez por la mastectomía
Más airosa, altanera y frívola sonreías
Sobreviviendo a la fatal agonía

No eres grande por el número de besos,
O por las bocas sedientas que a ti llegaron
Ni por tu tersura o el ardor que provocaron
O por furor que a tu talle dibujaron

Más grande fuiste seno, teta, chiche mía
Por el torrente de miel que de ti fluía
Y que por más de un año alimentó
La boca hambrienta de mi recién nacida

Masacrada, mutilada y desvalida
¡Con cicatrices tal vez, pero aún viva!