Pastor de las estrellas dice tener una misión más amplia
AP
Washington Hispanic
arl Lentz habla abiertamente de su amistad con Kyrie Irving, Kevin Durant y otros astros del deporte. Cuenta cómo bautizó a Justin Bieber… en la bañadera del jugador de la NBA Tyson Chandler.
El pastor sabe que esas amistades enfocan la atención en Hillsong, la congregación convertida en una megaiglesia con muchas sedes, y le parece que eso es algo positivo. Puede generar más recursos para ayudar a gente como el veterano de guerra que encontró refugio en Hillsong después de que Lentz lo conoció en la calle, le compró una cerveza y lo convenció de que fuese a su servicio.
“Considero que todo el mundo es una estrella a su modo”, declaró Lentz a la Associated Press en una reciente entrevista. “Dios le dio cosas únicas a todos”.
A poco de comenzada la entrevista se emocionó al hablar de una madre soltera que lucha contra el cáncer y que trabaja como voluntaria en Hillsong, que atrae 10.000 personas semanalmente en sus sedes de Manhattan y Montclair, Nueva Jersey.
Para él, ella es “una estrella”.
“Es un héroe. Cuando la gente dice que soy el pastor de las estrellas, supongo que se refieren a esa mujer”, comentó.
Lentz se dio a conocer al poner en marcha ramas de la iglesia australiana hace siete años y presidir su rápido crecimiento. Pero se hizo realmente famoso cuando algunos periodistas dijeron que había ayudado a Justin Bieber a enderezar su vida, mientras que otros le echaban en cara haber convencido a Durant de que se fuese de Oklahoma City y se incorporase a los Warriors de Golden State, y de haber contribuido a la ruptura del tándem de Irving y Lebron James en Cleveland.
“Mi trabajo como pastor es rezar, apoyar, ofrecer consejos cuando me lo piden. No tuve nada que ver con el deseo de Kyrie Irving de irse”, afirmó Lentz. “Kyrie es una persona maravillosa. No necesita ayuda para manejar su carrera. Si quiere ayuda para escuchar la voz de Dios o saber que Jesús es lo mejor, o entablar relaciones sin compromisos, para eso estoy aquí”.
A las celebridades y los astros del deporte les cuesta confiar en la gente, incluso en sus familiares, sus agentes y otros allegados. Como multimillonarios, no saben si los amigos son genuinos o no. Pero Lentz insiste en que no tiene motivos ulteriores y en que no teme decirles las cosas como son. No cobra por ser el capellán de los Nets de Brooklyn en la NBA ni acepta dinero de sus amigos famosos.
“Mi único compromiso es amar a los demás y decir las cosas como las veo”, afirmó. “Puedo darte un punto de vista objetivo, y creo que a la gente le gusta eso”.
Durant lo considera un “mentor” y su guía espiritual.
“Quiere que sepa cuál es la diferencia entre lo que soy como jugador de básquetbol y lo que soy como persona”, señaló Durant, el jugador más valioso de la final de la NBA de este año. “Creo en Jesús y él me ayudó a entender cómo funciona todo. Es una parte importante de mi vida”.
El astro de la NFL Russell Wilson conoció a Lentz a través de Judah Smith, pastor de Seattle que dirige una megaiglesia con un campus en Los Ángeles (y que presentó a Lentz y Bieber).
Lentz es “mi compadre”, dijo el quarterback de los Seahawks. “Se nota su cariño por la gente. No importa de dónde venga, ni su aspecto físico ni nada”.
El pastor, de 38 años, nacido en Virginia Beach y gran amigo de otro astro de la NBA, Allen Iverson, jugó 11 partidos con North Carolina State a fines de la década de 1990. No llegó lejos como jugador de la Conferencia de la Costa Atlántica del básquet universitario, pero se ganó credibilidad entre muchos deportistas.
“Comprender la psicología de un deportista es importante”, dice Lentz. “Creo que Dios me hizo jugar esa temporada para que pudiese trasladar algunas de esas cosas a lo que hago ahora. Trabajas duro cuando nadie te está mirando. Te esfuerzas cuando nadie lo hace. Haces todo lo que esté a tu alcance, y más, para mejorar el equipo. Estas no son aptitudes atléticas. Son cosas que te da Jesús. Si pones aunque sea la mitad de ese empeño en ser el mejor deportista del mundo, lo vas a conseguir”.
En su nuevo libro “Own the Moment”, que salió a la venta el martes, Lentz recuerda haber jugado partidos de dos contra dos con Durant. Cuenta que en un encuentro muy reñido, Lentz hizo un tiro muy difícil en lugar de pasarle la pelota a Durant, falló y perdieron. Durant todavía no se lo ha perdonado.
Lentz luce, se viste y habla como los millennials que visitan su iglesia. Tiene tatuajes, usa jeans pegados al cuerpo y su corte de pelo es de última moda.
El predicador alienta a la gente a que se vista como quiere. Recientemente un feligrés llegó con su patineta al servicio, mientras que otro fue directamente del gimnasio.
“Jesús se parecía más a Colin Kaepernick (quarterback de raza mixta) que a Tom Brady (típicamente blanco)”, afirmó Lentz. “No trató de ser lo que no era”.
El pastor Levi Lusko, líder de la megaiglesia Fresh Life, comparó a Lentz con el ex presidente Theodore Roosevelt.
“Se dice de los grandes hombres como Teddy Roosevelt que si pasas algún tiempo a su lado, te sientes revitalizado por su personalidad y su carisma, que son casi electrizantes”, expresó Lusko. “Esa es la gracia de estar con Carl. Es una persona que de inmediato te cae bien. Dios le dio el increíble don de poder entenderse con la gente e influenciarla, y lo usa no con fines egoístas sino para encaminar a la gente hacia Jesús”.
Lentz sabe que mucha gente lo considera –a él y a su iglesia– anticonvencional, pero cree que puede hacerse querer por todos.
“Nuestra forma de rezar, de conducir, no es nada nuevo para nosotros, pero sí para otra gente acostumbrada a ver a un cura hablar muy suavemente”, manifestó. “Les parecemos unos locos. Amplía tu perspectiva, observa y aprende, y ojala todo esto será más comprensible para la gente que mira desde afuera”.