Cómo se vinculan los efectos de COVID prolongado y las enfermedades de salud mental
Los investigadores han entendido durante un tiempo que las personas con afecciones de salud crónicas, como enfermedades cardíacas, corren un mayor riesgo de desarrollar depresión. Lo mismo se puede aplicar a las personas con síntomas de COVID-19 que perduran varios meses y, a veces, años.
Se estima que un 28% de adultos en Estados Unidos que han tenido infecciones agudas de COVID-19 dicen que en un momento dado lidiaron con COVID prolongado, según los datos de la encuesta más reciente de la Oficina del Censo de Estados Unidos. El COVID prolongado ocurre cuando persiste una constelación de síntomas justo después de la enfermedad inicial. Estos efectos son más frecuentes en personas mayores, mujeres, pacientes hospitalizados y en personas no vacunadas. Los síntomas pueden variar, pero incluyen agotamiento, niebla cerebral, mareos, problemas intestinales, palpitaciones del corazón, problemas sexuales, cambios en el sentido del olfato o gusto, sed, tos crónica, dolor de pecho, espasmos musculares y un empeoramiento de síntomas después de cualquier tipo de esfuerzo físico o mental.
En junio, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. emitió una advertencia de que el COVID prolongado puede tener «efectos devastadores sobre la salud mental de aquellos que lo padecen, así como para sus familias», ya sea a raíz de la enfermedad propiamente o por el aislamiento social, la inseguridad financiera, el desgaste del cuidador y angustia. El COVID prolongado se ha vinculado con fatiga, trastornos del sueño, depresión, ansiedad, impedimento cognitivo y trastorno de estrés postraumático, o TEPT, entre otras afecciones.
«La depresión es el síntoma más prominente que vemos», dijo el Dr. Jordan Anderson, un neuropsiquiatra y asistente profesor en el departamento de psiquiatría y neurología de Oregon Health and Science University, en Portland.
Diagnosticar depresión en alguien con COVID prolongado requiere un enfoque matizado que el diagnosticar esta enfermedad en la población en general, dijo Anderson. Esto se debe a que los síntomas asociados a menudo con la depresión –como trastornos del sueño, fatiga, cambios en el apetito y la concentración– también están asociados con COVID prolongado.
Estos síntomas solos «tal vez no reflejen verdaderamente el grado de depresión de una persona», dijo el médico. En lugar de ello, él busca signos de que la persona ya no deriva placer de las cosas que solían ser placenteras y todavía podría disfrutar. También le pregunta sobre sentimientos de desesperanza o pensamientos suicidas.
La Dra. Anna Dickerman, jefa de psiquiatría de interconsulta y enlace y profesora asociada de psiquiatría clínica del hospital New York-Presbyterian Hospital/Weill Cornell Medicine en la Ciudad de Nueva York, dijo que las tasas de depresión y ansiedad en las personas con COVID prolongado parece ser mayor que en la población en general, al igual que lo es en las personas con otras enfermedades crónicas.
El virus que causa COVID-19 puede contribuir al estado mental de una persona de diversas maneras, comentó ella. Es posible que la persona enfrente aislamiento prolongado o podría tener que lidiar con las limitaciones físicas directamente relacionadas con la enfermedad, como sentirse fácilmente agotada e incapaz de funcionar normalmente. Dichas limitaciones incluso pudieron haber dado lugar a la pérdida de su empleo.
«Eso puede afectar la existencia cotidiana de la persona», comentó Dickerman. «Si la persona tiene poca energía, es posible que desee quedarse acostada todo el día. Pero hacer precisamente eso puede hacer que la persona se sienta aún más deprimida».
Anderson dijo que alrededor de la mitad de los pacientes con COVID prolongado que él atiende en su clínica tienen ideas suicidas. «Hago preguntas muy específicas», dijo él, entre otras, si los pensamientos comenzaron después de que contrajeran COVID o si sucedieron antes.
Anderson dijo que él cree que existen dos posibles explicaciones por la alta tasa de pensamientos suicidas.
«Por un lado, es lógico deducir que vivir con una enfermedad crónica que limita la capacidad de una persona en tal medida y por tanto tiempo –y a la vez causa la estigmatización de la familia y otras personas– sería desmoralizador. Tal vez esa sea la explicación más común que me comentan mis pacientes», comentó él.
Pero algunos estudios indican que el COVID puede afectar directamente al cerebro. Eso nos hace pensar en lo siguiente, comentó Anderson, «si está penetrando en el cerebro, ¿estará afectando a las partes del cerebro implicadas en el estado de ánimo? Todavía no tenemos esa respuesta».
Las personas que viven con factores estresantes adicionales debido a otros determinantes sociales de la salud –como discriminación, bajos ingresos, acceso limitado a la atención médica y a otros recursos– pueden enfrentar tasas aún más altas de depresión, comentó Dickerman.
«Si tienes un nivel mayor de estrés en general, si cuentas con pocos apoyos sociales, todas estas cosas te van a afectar adversamente», dijo ella.
Además de la depresión, Anderson dijo que él ve mucha ansiedad, ataques de pánico y TEPT en los pacientes con COVID prolongado que atiende.
El TEPT, o PTSD por sus siglas en inglés, ocurre en pacientes que han tenido experiencias u hospitalizaciones en las que han estado a punto de morir a causa de sus infecciones de COVID, y en aquellos que han perdido a seres queridos por el virus y podrían tener sentimientos de culpabilidad como sobrevivientes, dijo Anderson.
«Padecer de los efectos de COVID a largo plazo es de por sí un trauma prolongado que ocurre durante un período de muchos meses. Una persona se podría ver afectada por cualquier cosa invalidante o debido a alguna indicación de que se podría enfermar otra vez, incluso si se trata solo de un resfriado común. Es un sentimiento aterrador el que tienen de que van a empeorar otra vez o que tendrán una experiencia potencialmente mortal de nuevo».
Otros síntomas de COVID prolongado, como palpitaciones cardíacas, se pueden confundir con ataques de pánico, dijo él.
«El ritmo cardíaco de la persona aumenta drásticamente de manera indiscriminada y sin ninguna provocación», dijo él. «Eso por sí solo puede ser muy inquietante y se puede confundir con o dar lugar a un ataque de pánico».
Cuando esto sucede, se podría tratar a la persona con un antidepresivo cuando lo que en realidad necesita es un medicamento para controlar el ritmo cardíaco, o una remisión a un cardiólogo, comentó Anderson.
No existe un tratamiento estandarizado para los problemas de salud mental relacionados con COVID prolongado, dijo Anderson. El tratamiento podría incluir medicamentos o psicoterapia o ambas cosas, según los síntomas de la persona. La terapia en grupo puede ser útil en las personas que necesitan una validación de su enfermedad de otras personas que viven una experiencia parecida. «Cuando las personas sienten que viven en comunidad, eso es algo que vale su peso en oro», dijo él.
Dickerman dijo que además de medicamentos y psicoterapia, hay varias técnicas útiles para la ansiedad que incluyen meditación, ejercicios de relajación y respiración, junto con actividad física graduada y adaptada a las capacidades de la persona.
«Se trata de hacer ejercicio de una manera que sea tolerable y gradual», dijo ella.
Si tu o alguien que conoces necesita ayuda inmediata con una crisis, comuníquense con la línea nacional para la salud mental. Envía un texto al 988 para hablar con consejeros de salud mental y la prevención de suicidios en español. El sitio web de Línea 988 de Prevención del Suicidio y Crisis tiene una opción para «chats» en español.
American Heart Association News hace reportajes acerca de noticias del corazón y el cerebro. No todas las opiniones expresadas en estos artículos reflejan la postura oficial de la American Heart Association.
Las declaraciones, conclusiones, precisión y confiabilidad de los estudios publicados en revistas científicas de la American Heart Association o presentados en las reuniones científicas de la American Heart Association son únicamente las de los autores del estudio y no reflejan necesariamente la orientación o posiciones oficiales de la American Heart Association.
American Heart Association, Inc. es el propietario o el titular de los derechos de autor, y todos los derechos están reservados. Se concede permiso, sin costo y sin necesidad de solicitud adicional, para individuos, medios de comunicación y esfuerzos de educación y concientización no comerciales para vincular, citar, extraer o reimprimir estas historias en cualquier medio, siempre y cuando no se altere ningún texto, y se haga la atribución adecuada a la American Heart Association News. Ver términos de uso completo. Estas historias no se pueden utilizar para promocionar o respaldar un producto o servicio comercial.
DESCARGO DE RESPONSABILIDAD DE ATENCIÓN MÉDICA: Este sitio y sus servicios no constituyen la práctica de asesoramiento, diagnóstico o tratamiento médico. Siempre hable con su proveedor de servicios de salud para el diagnóstico y el tratamiento, incluidas sus necesidades médicas específicas. Si tiene o sospecha que tiene un problema o condición médica, comuníquese de inmediato con un profesional de la salud calificado. Si se encuentra en los Estados Unidos y experimenta una emergencia médica, llame al 911 o llame para obtener ayuda médica de emergencia de inmediato.