En Brasil, una aplicación permite al fin a indígenas enviar mensajes en sus lenguas
Durante mucho tiempo, escribir mensajes en sus teléfonos ha sido un dolor de cabeza para los indígenas de la Amazonía brasileña. Pero una aplicación ahora les facilita la comunicación, al poner sus lenguas nativas al alcance de sus dedos.
Lanzado en agosto de 2022, «Linklado» ha dotado de un teclado digital adecuado a las poblaciones indígenas que habitan en áreas remotas de la inmensa región amazónica o en centros urbanos.
«La aplicación Linklado ha traído muchos beneficios para mí y para los indígenas», dice a la AFP Cristina Quirino Mariano, de 30 años, de la comunidad ticuna.
«Antes no podíamos escribir lo que queríamos en el teléfono», explica, debido a que en estas comunidades no todos dominan el portugués, lengua oficial de Brasil.
Y en los smartphones vendidos en el país solo es posible escribir mensajes con los caracteres latinos.
Históricamente orales, las culturas indígenas del territorio ahora conocido como Brasil ingresaron al mundo escrito cuando los colonos europeos buscaron transcribir sus lenguas, especialmente para convertirlos al cristianismo.
Para intentar reproducir mejor los sonidos de estas lenguas, fue necesario encontrar recursos específicos, asociando los caracteres del alfabeto latino a un conjunto de acentos y símbolos conocidos como «diacríticos» por los lingüistas.
Pero hasta hace poco tiempo nada de esto estaba disponible en los teléfonos móviles, que se han vuelto tan indispensables para los aproximadamente 1,7 millones de indígenas de Brasil, igual que para otros ciudadanos de este país de más de 200 millones de habitantes.
A falta de un teclado adecuado, «los nativos hablaban mucho mediante mensajes de audio en sus teléfonos», explica Noemia Ishikawa, coordinadora del proyecto Linklado.
Esta bióloga de 51 años también tuvo dificultades para traducir su trabajo de investigación: «Estuve 14 años reclamando un teclado para resolver este problema», afirma.
– Cuatro días –
Dos estudiantes, nativos de la región sin ser indígenas, atendieron su reclamo.
Juliano Portela tenía 17 años, y su amigo Samuel Benzecry, 18. Advertido por Benzecry de las dificultades que encontraban los nativos, Portela, que ya había aprendido a codificar, comenzó el diseño de la herramienta con su amigo.
«Nos llevó cuatro días crear la aplicación, no imaginábamos que lo haríamos tan rápido», afirma Portela.
Las pruebas se iniciaron en mayo de 2022 y fueron lanzadas de forma gratuita en agosto del mismo año.
Hoy en día, «la aplicación funciona para todas las lenguas indígenas de la Amazonía», es decir, unas 40, celebra Portela, que está estudiando ahora en Estados Unidos, al igual que Benzecry.
Hasta el momento, la aplicación suma más de 3.000 descargas.
Pero, según Portela, tiene más usuarios diarios: «Para las fases de prueba utilizamos un archivo que enviamos por WhatsApp; algunos nativos se enviaron el archivo entre sí incluso antes del lanzamiento de la aplicación».
– Ingresos para las comunidades –
Más allá de la comunicación diaria, la aplicación también se puede utilizar para la traducción de libros y otros textos del portugués a lenguas indígenas.
Esto permite a las mujeres de estas comunidades generar ingresos utilizando su conocimiento de los idiomas locales. Para reunir a estas traductoras se creó el proyecto llamado «Linkladas».
Rosilda Cordeiro Da Silva, de 61 años, es una de sus integrantes.
Para esta exprofesora de lenguas indígenas, la aplicación es algo «muy positiva» que le permite tener «más confianza» a la hora de realizar traducciones.
Además, la aplicación ayuda en los esfuerzos por preservar las lenguas indígenas.
Vanda Witoto, una activista de 35 años, está tratando de «salvar la lengua buré», que habla su pueblo witoto.
«Este teclado nos dio la oportunidad de no utilizar otros caracteres que no sean los de nuestro idioma», afirma.
Más allá de la Amazonía, salvar las lenguas nativas es un desafío global.
La mitad están condenadas a desaparecer de aquí a 2100, siendo la mayoría lenguas indígenas, según un informe publicado por la ONU en 2018.