Trump promete combatir solicitudes de asilo y detenciones

AP
Washinton Hispanic

El presidente Donald Trump anunció el jueves sus planes para firmar una orden la semana entrante que podría resultar en detenciones a gran escala de migrantes que crucen la frontera sur y prohibir a quien lo haya hecho sin permiso que solicite asilo, dos propuestas jurídicamente cuestionables que constituyen la andanada electoral más reciente del mandatario contra la inmigración ilegal.

“Esta es una invasión”, declaró Trump, tal como ha hecho antes sobre un tema de fuerte repercusión entre su base de simpatizantes republicanos. Hizo sus declaraciones en la Casa Blanca en un discurso considerado una respuesta a los grupos de migrantes que marchan hacia la frontera de Estados Unidos.

Después el presidente viajó a Missouri para asistir en la noche a un acto político, el más reciente entre los que se presenta a diario de cara a las elecciones del martes en las que se definirá el control del Congreso.

Las leyes de inmigración de Estados Unidos establecen con claridad que los migrantes que deseen asilo pueden solicitarlo en la frontera o cuando la crucen. Sin embargo, Trump dijo que podría restringir la aplicación de la medida solo a los puntos de ingreso oficiales. Estados Unidos tampoco tiene espacio en la frontera para manejar la detención en gran escala de los migrantes, ya que las instalaciones están a tope. Sin embargo, Trump señaló que el gobierno podría instalar “carpas de gran tamaño”.

“Estamos deteniendo a la gente en la frontera”, afirmó de manera enérgica.

El anuncio constituye el intento más reciente de Trump para mantener en primer plano el tema de la inmigración en la recta final previa a las elecciones. Dijo en particular que la semana entrante emitirá su orden ejecutiva, lo que implica que podría ser después de los comicios.

Indicó también que les pidió a las fuerzas armadas en la frontera suroeste que, si se topan con migrantes que las apedreen, deben reaccionar como si las piedras fueran “fusiles”.

Las reglas precisas sobre el uso de la fuerza por parte de la policía militar y otros soldados desplegados cerca de la frontera no han sido dadas a conocer, pero en todos los casos los efectivos tienen derecho a actuar en defensa propia. Sea como sea, no se prevé que esos elementos estén en lugares donde cualquiera que intente cruzar la frontera sin permiso se tope rápidamente con ellos.

Mark Hertling, general retirado del ejército, escribió en Twitter después del discurso de Trump que ningún oficial militar permitiría a soldado alguno abrir fuego contra un individuo que lance piedras.

“Sería una orden ilegal”, escribió Hertling, que citó la Ley de Guerra Terrestre.

El presidente anunció el miércoles que sopesaba desplegar 15.000 efectivos en la frontera con México debido al avance en respuesta a las caravanas, que aún están muy distantes. La cifra duplica el número que el Pentágono dijo tiene en sus planes actuales para una misión cuya escala se transforma a diario.

Trump afirmó el jueves que, de acuerdo con su orden, los migrantes que ingresen de manera ilegal al país serán albergados en “ciudades de carpas masivas” que pretende instalar mientras se procesan sus casos.

“Ya no vamos a dejarlos libres en nuestro país”, señaló. “Tenemos miles de carpas”.

Según el protocolo actual, muchos solicitantes de asilo son dejados en libertad mientras sus casos avanzan en las cortes, las cuales tienen gran cantidad de expedientes acumulados, por lo que los procesos pueden durar años.

Trump y otros funcionarios han exigido desde hace tiempo que las personas que deseen asilo lleguen por los puertos legales de ingreso. Pero muchos migrantes no conocen esa disposición, y los cruces fronterizos oficiales registran congestionamientos cada vez mayores.

Las autoridades de inmigración han rechazado a los solicitantes de asilo en los puertos de ingreso debido a las aglomeraciones y les indican que regresen en fecha posterior. Los atrasos han aumentado de manera grave en los últimos meses en los cruces fronterizos de California, Arizona y Texas, y las personas tienen que esperar unas cinco semanas en su intento de solicitar asilo en el principal cruce en San Diego y dormir al aire libre durante muchos días.

El gobierno también reforzó esta semana la seguridad en los puertos de ingreso. En McAllen, Texas, en el Valle del Rio Grande, se ve a trabajadores que instalan accesos y cercas adicionales en una pasarela peatonal en un puente entre Estados Unidos y México, según el periódico The Monitor, de McAllen.

Los migrantes que ingresan ilegalmente por lo general son arrestados y a menudo piden asilo u otra forma de protección. Las peticiones se han disparado en los últimos años y hay un atraso acumulado de más de 800.000 casos en las cortes de inmigración. Los funcionarios han arremetido contra lo que consideran huecos legales diseñados para alentar a las personas, en especial las de Centroamérica, a que vengan a Estados Unidos y soliciten asilo. Por lo general, solo un 20% de las solicitudes son aprobadas.

Estados Unidos registró más de 330.000 solicitudes de asilo en 2017, casi el doble de las recibidas dos años antes, superando a Alemania como el país con más peticiones en el mundo.

En la actualidad cuatro caravanas se dirigen a Estados Unidos. La principal, de unos 4.000 migrantes —que se redujo de los aproximadamente 7.000 que tenía al partir— continúa en el sur de México, donde la mayoría avanza a pie y está a kilómetros de la frontera. Una segunda caravana, de unas 1.000 personas, marcha a más de 320 kilómetros (200 millas) atrás de la primera. Una tercera, de unos 500 salvadoreños ha llegado a Guatemala, y una cuarta, de unos 700, partió el miércoles de la capital de El Salvador.

De todas formas, Trump ha hecho un gran alarde de fuerza en respuesta.

Los primeros 100 soldados en servicio activo llegaron el jueves a la frontera en McAllen, parte de los “más de 7.000” soldados que el Pentágono dijo serían enviados para apoyar a los agentes de Aduanas y Protección Fronteriza.

No obstante, las proyecciones sobre el número de efectivos están cambiando a un ritmo vertiginoso. Apenas la semana pasada, las autoridades habían indicado que se podría enviar a unos 800 o 1.000. El lunes, funcionarios anunciaron que unos 5.200 estaban siendo desplegados. Al día siguiente, el general de la Fuerza Aérea que dirige la operación señaló que se enviarían más del total anunciado inicialmente, pero rechazó tajantemente un artículo periodístico según el cual podrían ascender a 14.000 porque esa cifra “no corresponde a los planes actuales”, según dijo.

Justo 24 horas después, Trump tomó desprevenido al Pentágono.

“Tenemos unos 5.800. Los subiremos a entre 10.000 y 15.000 efectivos militares además del personal de la Patrulla Fronteriza, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y otros en la frontera”, afirmó el miércoles.

Trump ha rechazado la idea de que esté “sembrando el miedo” y aprovechando el asunto con propósitos políticos, pero la intensificación de su retórica en los últimos días de la campaña pone en duda esas aseveraciones. También indicó que tiene la intención de emitir una orden ejecutiva para cancelar unilateralmente el derecho constitucional de la ciudadanía a los hijos nacidos de ciudadanos no estadounidenses.

Asimismo Trump publicó el miércoles un video en su cuenta de Twitter en el que acusa a los demócratas de ser los responsables de permitir a un inmigrante homicida que ingresara a Estados Unidos, aunque no presentó pruebas que sustenten esas afirmaciones.

El video incluyó escenas de migrantes que avanzan hacia Estados Unidos y hace la pregunta inquietante: “¿A quién más dejarán entrar los demócratas?’”

El video recordó el tristemente célebre mensaje sobre Willie Horton utilizado contra el candidato presidencial demócrata Michael Dukakis en 1988, cuyo contenido suscitó condenas y calificativos de racista. Horton, que era negro, violó a una mujer durante una licencia de fin de semana que se le concedió en prisión. Como gobernador de Massachusetts, Dukakis apoyó el programa de las licencias. Finalmente perdió ante el republicano George H. W. Bush.