Presupuesto recorta cupones de alimentos

Víctor Caycho
Washington Hispanic

a Administración Donald Trump presentó el martes 23 de mayo su plan de presupuesto anual de 4.1 billones de dólares (donde cada billón es un millón de millones) para el año fiscal 2018, el que está basado en un fuerte aumento del gasto militar y al mismo tiempo en un recorte de fondos sin precedentes para diversos programas de ayuda para los pobres.

Entre estos últimos se encuentran los cupones de alimentos que hoy benefician a unas 44 millones de personas bajo el Programa Suplementario de Ayuda Nutricional (SNAP por sus siglas en inglés). También planea drásticas reducciones a los fondos para el Medicaid, programa que asiste los ancianos de menores recursos económicos, y recortes al seguro de cosechas y a la investigación médica, entre otros.

La iniciativa, que lleva como título «La Nueva Base para la Grandeza Americana”, agitó no sólo el ambiente político sino también provocó críticas y cuestionamientos de organizaciones como la Conferencia Nacional de Alcaldes, el Consejo Nacional de La Raza y la Conferencia Nacional de Obispos Católicos.

El congreso federal se mostró dividido, y varios líderes republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado no ocultaron su desacuerdo con el plan presupuestal, entre ellos, John Cornyn, el segundo republicano de mayor rango en la Cámara Alta, quien sostuvo que “(el proyecto) llegó prácticamente muerto”.

“Los recortes propuestos son crueles”, declaró a la prensa el veterano representante republicano Harold Rogers, de Kentucky. “No son algunos ajustes, se trata de recortes muy, muy profundos”, añadió.

La bancada demócrata, por su parte, anunció su total oposición a la propuesta y la senadora demócrata Pramilla Jayapal, de Washington, señaló que “lo primero que hace este presupuesto es quitarle la atención médica a la gente. Luego le quita su comida, su vivienda, su educación, sus oportunidades de empleo”.

El gobierno reaccionó de inmediato. El presidente Trump, que se encontraba ese martes en su primera gira al extranjero, señaló en su mensaje presupuestal que “por medio de un gobierno simplificado, impulsaremos un auge económico que incremente los ingresos y expanda las oportunidades laborales para todos los estadounidenses”.

El director de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, argumentó el miércoles 24 en el Senado que “en adelante ya no mediremos la compasión por el número de programas o el número de personas en esos programas, sino por el número de personas a las que sacamos de esos programas”.

Insistió en que de lo que se trata es recortar drásticamente los programas para pobres y discapacitados para empujarlos a la fuerza laboral, dentro del concepto republicano de tener un gobierno más pequeño.

Al mismo tiempo incrementa grandemente el presupuesto de las fuerzas armadas y de seguridad fronteriza. Además, elimina la ley de cuidados de salud del expresidente Barack Obama y reforma el código fiscal, lo que para muchos analistas representa un beneficio para los más ricos.

Enorme sinsabor

El plan presupuestal pide básicamente recortes de 3,6 billones de recortes, entre ellos:

• Los cupones para alimentos, cuya reducción de fondos de 193 mil millones de dólares sacaría a millones de personas del programa.
• Al Medicaid, cuyo recorte propuesto de 610 mil millones de dólares podría dejar sin atención médica a millones de ancianos pobres.
• Obliga a volver a la fuerza laboral a un número no calculado de personas que están en el programa de discapacitados del Seguro Social.
• Plantea reducir los beneficios de pensión para los trabajadores federales en 63.000 millones de dólares al eliminar los ajustes de costo de vida para la mayoría de ellos.
• Limita los subsidios que se otorgan a los granjeros, incluyendo la adquisición de un seguro de cosecha.