Fuerza espacial de Trump atiza debate por intereses del país

AP
Washinton Hispanic

Con su exigencia de que el Pentágono cree un nuevo servicio militar – una Fuerza Espacial para asegurar «el control estadounidense en el espacio» – el presidente Donald Trump ha inyectado urgencia a un viejo debate sobre la mejor manera de proteger los intereses estadounidenses en el espacio, tanto comercial como militarmente.

Al mismo tiempo, su estrategia ha hecho que muchas personas tengan problemas para entender lo básico, como qué es lo que haría una Fuerza Espacial y cuánto costaría.

Se prevé que el Pentágono tenga suficientes detalles para principios del próximo año y así incluir un plan para la Fuerza Espacial en su pedido presupuestario del 2020 ante el Congreso. Hasta entonces, la idea ha cobrado vida propia en los mitines de Trump, si bien el presidente suele confundir el programa espacial civil con el papel de la fuerza militar de ofrecer navegación espacial y comunicación satelital.

En una manifestación en junio en Minnesota, por ejemplo, Trump aludió a la decisión que tomó en diciembre del 2017 para reenfocar el programa espacial civil a exploración humana como primer paso para volver a llevar astronautas a la luna. Esto hizo que algunos manifestantes corearan, «¡Fuerza Espacial! Trump respondió enumerando los nombres de los actuales servicios militares y agregando, «Ahora vamos a tener la Fuerza Espacial. La necesitamos».

Este mes, Trump dijo en un mitin en Kentucky, «Uno de los más grandes aplausos que recibo es cuando hablo sobre la Fuerza Espacial».

¿Pero qué es esto?

Algunas personas pensarían que sería un estrambótico ejército para los cielos que enviaría soldados al espacio o armaría a astronautas con súper armas galácticas. Analistas dicen que crear una fuerza espacial en realidad se trata más de reorganizar la manera en que el Pentágono usa el espacio.

La fuerza militar ha estado tratando, poco a poco y durante décadas, de reorganizar y acelerar los avances tecnológicos en el espacio. Algunos culpan a la Fuerza Aérea, que ha estado a la cabeza, por invertir menos de lo debido en el espacio porque prefiere invertir en aviones.

Los detalles todavía están en el aire, pero la idea central es esta: Encontrar vías más efectivas de defender los intereses estadounidenses en el espacio, especialmente las constelaciones de satélites en las que las fuerzas de tierra, mar y aire dependen para asuntos de vigilancia, comunicación y navegación. Estos papeles los convierten cada vez en blancos militares a la vez que China y Rusia tratan de hallar cómo interrumpir, desactivar, y destruir satélites estadounidenses.