Bolivia elevó los cultivos de cocaina a 22.000 hectáreas

AP
Washington Hispanic

avier Amaya y otros seis dirigentes agrarios colombianos recorren estos días las zonas cocaleras de Bolivia con apoyo de organizaciones sin fines de lucro, para recoger la experiencia local en reducción y sustitución de cultivos de coca para aplicarlos en el plan de paz que el presidente Juan Manual Santos firmó con los guerrilleros de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC).

«Es una escuela de aprendizaje. Nos gustó ver que acá las fuerzas militares y policiales junto a la autoridad civil interactúan con las organizaciones sociales y que los campesinos tienen derecho a una pequeña parcela legal de coca», dice por su parte a la Associated Press, Balvino Polo, dirigente en el Caquetá, suroriente de Colombia.

Amaya, de la región del Magdalena medio, afirma que los campesinos han vivido por medio siglo en medio del fuego cruzado de la guerra en Colombia y que los recientes acuerdos de paz abren una esperanza no sólo para su país, sino para los cocaleros.

«Nos gustó ver que el cocalero tiene su casita con sus chanchos y gallinas cerca de la carretera donde hay todos los servicios, incluso internet y que junto a la coca hay proyectos de producción de miel, bananos, piñas y otros. En Colombia los que viven cerca de la carretera son los terratenientes y las petroleras, los campesinos estamos confinados a donde no hay servicios ni escuelas», dice Amaya.

Colombia es primer productor de coca y cocaína en el mundo, le siguen Perú y Bolivia. Allá la coca es ilegal y es erradicada en forma forzosa incluso con fumigaciones. Bolivia en cambio acaba de elevar sus cultivos legales a 22.000 hectáreas destinada a uso tradicionales como el masticado y las infusiones y toda la siembra demás es erradicada por soldados y previamente acordada con los mismos sindicatos cocaleros que hacen de fiscalizadores.

A cambio el gobierno de Evo Morales, ex líder cocalero, promueve otros cultivos. El efecto ha sido una erradicación pacífica y se ha frenado la expansión descontrolada, aunque gran parte de la producción legal es desviada a la cocaína.

El Acuerdo de Paz en Colombia prevé aplicar en adelante un programa voluntario de erradicación y sustitución de cultivos. «Nosotros queremos que esa política se construya de abajo hacia arriba, no queremos subsidios del gobierno sino planes concertados y estamos dispuestos a acabar con la coca», dice Polo.