Señorita y Madame: La Guerra Secreta de Elizabeth Arden y Helena Rubinstein

Patricia Guadalupe
Washington Hispanic

l Teatro Hispano Gala, en Washington, continúa conmemorando sus 40 años en la ciudad capitalina con el estreno de la obra Señorita y Madame, la Guerra Secreta de Elizabeth Arden y Helena Rubinstein, que relata la intensa rivalidad entre dos íconos del mundo de cosméticos y estética durante el siglo pasado.

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Del dramaturgo venezolano Gustavo Ott y dirigida por su compatriota Consuelo Trum, la historia comienza en los años 1960s, cuando una reportera (interpretada por Cecilia De Feo) y su camarógrafo (el actor Manuex) entrevistan a las dos por separado, y ahí vemos a Rubinstein (Ana Verónica Muñoz) contando cómo una niña judía y humilde de Polonia alcanza la fama y fortuna, primero con una fórmula secreta de su madre para cremas faciales. Arden (Luz Nicolás) nos cuenta – con carcajadas del público — que su nombre al nacer era Florence Nightingale Graham, Florence Nightingale siendo la que en el siglo 19 fundara lo que actualmente conocemos como la profesión de enfermería. Obvio, nos dice Arden, que se iba a cambiar el nombre por algo más elegante, y tomó su apellido de una poema inglés. El diálogo es picaresco: “El desprecio, querida, es una sensación terrible, excepto cuando es recíproca”.

El escenario diseñado por Christopher Annas-Lee es sencillo, pero útil – dividido en dos partes para cada mujer e incluye la conocida puerta roja de Arden.

Entre los años 1920s hasta los 1960s, tanto en Europa como en Estados Unidos, Helena Rubinstein y Elizabeth Arden era competidoras a nivel internacional, y su odio mutuo era tan candente que se pasaban tratando de superar lo que cada una hacía.

Señorita y Madame es parte biografía, parte comedia, y nos demuestra en una manera muy divertida el comportamiento casi absurdo de las mujeres en ese esfuerzo de ser mejor que nadie. Un día una compra publicidad en el periódico, la otra invita la alta sociedad a una fiesta. Mientras que una abre un salón en la ciudad de Nueva York, la otra decide comprar un edificio cercano, y así por el estilo.

El actor Carlos Castillo hace varios papeles, incluyendo el de publicista para las dos, y corre de un lado a otro mientras las mujeres entretienen al público gritando órdenes.

Las dos mujeres en realidad nunca se conocieron antes que murieran (Rubinstein en el 1965, Arden en el 1966), pero revolucionaron la industria de la belleza, y se movían en los círculos de los famosos en ese entonces, desde Coco Chanel y Colette, hasta príncipes y empresarios.

Debido en parte a la rivalidad y envidia, ambas mujeres gastaron sumas millonarias en publicidad para productos que en ese entonces solamente las usaban prostitutas y otras mujeres de clase baja.
Arden y Rubinstein lograron convencer a la alta sociedad que no solamente se sentirían mejor usando cremas y cosméticos, pero que de verdad era necesario para ser una dama.

Tuvieron tanto éxito que lograron ser millonarias y verdaderas magnates — incluso antes de que las mujeres consiguieran el derecho al voto — y le abrieron el paso a otras compañías que actualmente conocemos muy bien, como Revlon, Esteé Lauder, y L’oreal.

Gracias en parte a las dos mujeres, la industria de la belleza goza de ganancias que superan los $24,000 millones.

Señorita y Madame, la Guerra Secreta de Elizabeth Arden y Helena Rubinstein, dirigida por Consuelo Trum. En el Teatro Hispano Gala 3333 calle 14, N.W., hasta el 28 de febrero. Para mayor información visite galatheatre.org o llame al 202-234-7174. Boletos de $20-42. En español con subtítulos en inglés.